miércoles, 23 de noviembre de 2011


LA POLÍTICA INTERNACIONAL EN TIEMPOS DE FERNANDO VI

La idea que mejor define la política exterior que llevó a cabo Fernando VI fue la búsqueda de la neutralidad internacional. Fernando se orientó a conservar la paz, liquidando el belicismo del reinado anterior, el de Felipe V. Con esto, se pretendía reducir el peso de los gastos militares y concentrar las energías sobre el desarrollo interior.


Nuestro monarca contó con la ayuda de una serie de ministros, siendo los más destacados el Marqués de la Ensenada, José de Carvajal y Lancáster y Ricardo Wall. El marqués de la Ensenada era secretario de Hacienda, de Guerra, de Marina y de Indias, entre otros títulos y cargos que ostentaba. Era neutralista y francófilo, además de un decidido reformista en política interior. José de Carvajal y Lancáster, era el secretario de Estado, sustituyendo en dicho cargo al marqués de Villadarias. Era anglófilo. Lo tenemos en la foto de abajo.

Si Carvajal pretendía el acercamiento a Inglaterra y Portugal, y el levantamiento de un poderoso ejército capaz de equilibrar la balanza con Francia en el continente, Ensenada abogaba más por la reconstrucción naval, que fortaleciese los lazos con América y protegiese el comercio español del corsario inglés. Ambos ministros se opusieron el uno al otro, pero también se complementaron, lo que favoreció un crecimiento equilibrado sin orientaciones claras.

Ahondando ya en la cuestión que nos ocupa, Fernando VI heredó el segundo pacto de familia (tratado de Fontainebleau, de 25 de octubre de 1743), pero con poco entusiasmo. Continuar la Guerra de Sucesión de Austria no encajaba con su idea de neutralidad, pero tampoco se atrevía a desligarse totalmente de los compromisos adquiridos, pues si pactaba con los ingleses, Francia no prestaría su apoyo a los infantes españoles: a Don Felipe, para establecerse en Milán y en los ducados de Parma y Plasencia; a Don Carlos, para garantizarle el reino de Nápoles. Además, Francia se había comprometido también a declarar la guerra a Inglaterra, con objeto de que España pudiera recuperar Gibraltar y Menorca, ambas en poder de los ingleses. Así pues, la política de equilibrio se presentaba difícil. El gobierno español necesitaba un entendimiento tanto con Francia como con Inglaterra. Con esta especialmente para proteger sus posesiones y el comercio con América, y porque la esperanza de un Gibraltar español, sobre todo, se avenía con cualquier alianza. Por otra parte, ni Fernando VI ni sus ministros estaban dispuestos a ceder a las pretensiones inglesas de tutela de la Península y en las provincias de América. La guerra, pues, continuó, combatiendo las tropas españolas junto a las francesas y obteniendo algunos éxitos en Provenza, al mando del infante Don Felipe, del marqués de la Mina y del mariscal Belliste. Las victorias de las fuerzas conjuntas galohispanas entorpecieron la maniobra del ministro inglés duque de Newcastle, que confiaba obtener algunos triunfos militares para negociar en buenas condiciones con Francia y España.

Fernando VI consideró como cuestión personal oponerse a cuanto pudiera perjudicar los intereses de los infantes Don Felipe y Don Carlos en Italia, y no ceder en lo referente a Gibraltar y al asiento de negros. Por lo que respecta al asiento, que era un convenio o acuerdo entre la corona y un particular, mediante el cual este último recibía una explotación comercial con carácter de monopolio, lo ejercía Inglaterra en América, en exclusivo provecho suyo, beneficiándose también, desde la Paz de Utrecht, del navío de permiso. Por esta concesión, que afectaba al tráfico comercial con las posesiones españolas en América, Inglaterra no sólo había conseguido enviar un buque de 500 T anualmente, sino que había introducido la idea de la libertad de comercio y efectuado un intenso contrabando, que desembocó en el acaparamiento de las importaciones en los puertos con los que establecía contacto.


Olvidándose de los compromisos contraídos con España por el segundo pacto de familia, Francia comenzó a negociar unilateralmente con Inglaterra. El resultado fue que el gobierno español se vio obligado a aceptar el tratado de Aquisgrán (1748), que ponía fin a la guerra de Sucesión de Austria. Por este tratado, al infante Don Felipe se le reconocía el derecho a los ducados de Parma y Plasencia, pero se le sustituía el más importante de Milán por el insignificante de Guastalla. De Gibraltar y Menorca no se decía nada. Inglaterra continuaba beneficiándose del asiento de negros y del navío de permiso. Dentro del marco de la guerra de Sucesión de Austria, pero en América, se desenvolvió la guerra de la Oreja de Jenkins (1739- 1748) entre España e Inglaterra, que los españoles denominaban guerra del Asiento.


Guerra de la Oreja de Jenkins entre España e Inglaterra. En naranja, dominios españoles; en amarillo, dominios franceses; en verde, dominios ingleses. El símbolo del barco indica la ruta de la flota española. Las estrellas rojas simbolizan los ataques ingleses.








Terminado el conflicto, Fernando VI pudo llegar a un acuerdo con los ingleses, a través de la política de entendimiento hispanoinglés, propugnada por Carvajal y encaminada a favorecer la seguridad de las posesiones españolas en América y a garantizar la devolución de Gibraltar y Menorca. En octubre de 1749 se concertó con el embajador inglés Keene un convenio por el que España indemnizabaa la Compañía inglesa del Sur por los cuatro años que había estado en suspenso el asiento de negros y se confirmaban los tratados anteriores en lo referente a la navegación y comercio de los ingleses en los puertos españoles.

Benjamin Keene (1697-1757), embajador inglés.


El esquema de neutralidad española se completó, respecto a Portugal, con la firma de un tratado en 1750, por el que se fijaban los límites de los dominios de ambos países en América. Portugal devolvía a España la colonia de Sacramento (situada al norte del Rio de la Plata), a cambio del territorio paraguayo de Ibicuy, donde los jesuitas habían fundado misiones; pero la oposición surgida en Portugal y en España por parte del Consejo de Indias, de Ensenada, de los jesuitas, y del infante Don Carlos, impidió que se ratificase el tratado. Además, los indios guaraníes no querían ser controlados por los portugueses, lo cual desembocó en la denominada Guerra Guaranítica (1754-1756).

Posesiones de España y a Portugal tras el tratado de Madrid de 1750.
En verde, los territorios de España; en amarillo, los de Portugal.


Con Cerdeña, se estrecharon las relaciones, concertándose el matrimonio de la infanta María Antonieta Fernanda, hija menor de Felipe V e Isabel de Farnesio, con Víctor Amadeo, duque de Saboya, heredero del trono sardo.

Víctor Amadeo III de Cerdeña (1726-1796) a la izquierda. A la derecha, María Antonieta Fernanda (1729-1785).







Con Austria, se formó una alianza defensiva, cuyo objeto era mantener la paz en Italia y asegurarse mutuamente sus dominios en Europa. El instrumento de esta alianza fue el tratado de Aranjuez, el 14 de julio de 1752.

Las relaciones con la Santa Sede, enturbiadas por la cuestión de las regalías (prerrogativas reales en asuntos de competencia eclesiástica) y desde el reconocimiento por el papa Clemente XI del archiduque Carlos de Austria como rey de España (1709), no se habían mejora

do a pesar de la concordia del 26 de septiembre de 1737. Fernando VI que, aunque regalista, deseaba llegar a un acuerdo, firmó el Concordato en 1753 con el papa Benedicto XIV, por el que este reconocía el derecho universal de patronato en todo lo que no contradijera a los patronatos particulares, y concretamente al rey de España el derecho de nombrar y representar, en todas las iglesias metropolitanas, catedrales, colegiatas y diócesis, las dignidades, canonicatos, prebendas y beneficios de cualquier clase, excepto los que se reservaba el Papa.

Pese a todo esto, la neutralidad española resultaba cada vez más difícil de mantener dada la creciente tensión entre Francia e Inglaterra, que llevó al estallido de l
a Guerra de los Siete Años en 1756.

España no podía mantenerse al margen de este conflicto, debido a su trasfondo colonial. La guerra se generalizó pronto a todo el continente, mientras Fernando VI hacía denodados esfuerzos por escapar a sus implicaciones internacionales. La colaboración de España interesaba a todos los contendientes y el monarca español recibió propuestas de todos ellos. Los ingleses llegaron a ofrecer la devolución de Gibraltar a la soberanía española. A pesar de las presiones internacionales, más por incapacidad de resolución que por una firme determinación política, no llegó a tomarse ninguna resolución respecto a qué papel habría de desempeñar España en la guerra. La precaria neutralidad española se mantuvo así hasta la muerte de Fernando VI en 1759 y, tras esta, Carlos III habría de inclinar la balanza hacia el lado francés, en virtud de los pactos de familia entre los Borbones.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Venta del Patrimonio Real. Siglos XVI y XVII

La acumulación y perduración de guerras de Religión y civiles en España entre los siglos XVI y XVII dieron lugar a unas circunstancias que facilitaron una serie de cambios socio-institucionales.

Debido a la cantidad de dinero invertida en guerra, ya sea por armamento, alimento, refugio etc. El monarca estaba necesitado de obtener recursos con los que abastecer a sus ejércitos y hacer más seguras sus ciudades, fortificándolas y facilitando ayuda militar para defender las ciudades de las tropas enemigas. A causa de este gasto de dinero Felipe IV y Carlos II de España, coincidieron en hacer una política de alivio fiscal y una búsqueda de impuestos que fueran menos gravosos para la sociedad.

Felipe IV

Así fue como comenzó la enajenación de títulos nobiliarios o del Patrimonio Real, este recurso se dio en el último cuarto del siglo XVI y en el primer tercio del siglo XVII. Estas enajenaciones del Patrimonio Real se canalizaron por medio de los Corregidores, más adelante estas enajenaciones dieron lugar a desestabilizaciones de los gobiernos locales, así pues se intensificaron las ventas de villazgos.

Fue por lo tanto estas ventas de villazgos lo más característico del proceso de enajenaciones de los siglos XVI y XVII , pues en el corregimiento de Chinchilla se vendieron: La Gineta (1553), Alpera (1556) y el señorío de Pozorrubio (1615). Por otro lado, la obtención de villazgos en el valle de Ricote y Alguazas se dieron en contexto de las presiones de las comunidades agrarias y para suavizar las cargas económicas. No obstante, los nuevos villazgos obligaron a endeudarse a las poblaciones, lo cual en un principio fue bien aceptado, pero más adelante tendría sus repercusiones.


Felipe II


Finalmente en el reinado de Felipe II se autorizó la venta de baldíos, aunque tuvo mas importancia la venta de señoríos jurisdiccionales a costa del realengo y del Patrimonio Eclesiástico. Además hubo una tendencia a la consolidación de las oligarquías, a la patrimonialización del poder concejil y a la apropiación del territorio municipal.


Fuentes:

-Books.google.es -> España en los siglos XVI y XVII.


-Libro/artículo facilitado por el profesor David Alonso García de la UCM.

-Imágenes google.

lunes, 14 de noviembre de 2011

El resumen de último capitulo Los Austrias en ultramar

El resumen de último capitulo Los Austrias en ultramar




1. Las causas del descubrimiento
En primero lugar, España ya ha finalizado su Reconquista . tenía nuevas ambiciones territoriales.

En segundo lugar, los turcos conquistaron Constantinopla y obstaculizaron las vías tradicionales de comercio con Oriente. Por eso, se hizo necesario encontrar nuevas vías marítimas para acceder a los productos de lujo del oriente.

En tercero lugar,de la época promovió el afán de aventuras, fama y riqueza, y unidas al deseo de extender catolica.

Por último. En el aspecto técnico, mejoró la orientación en el mar, con la generalización de la brújula y del astrolabio, progresó la cartografía y se construyeron nuevos barcos, como la carabela.







2 Los viajes
En 1492. Los Reyes Católicos accedieron a financiar la expedición y firmaron con
cristóbal colón. Las capitulaciones de Santa Fe.
El 12 de Octubre ,Los tripulantes de las naves de colón divisaron las primeras islas
antillanas de nuevos territorios.
En 1494. Castilla y Portugal firmaron un tratado, Este documento trazba un meridian
imaginario (llamado el meridiano papal) a 370 leguas al Oeste de las islas de Cabo
Verde. Las tierras situadas al Oeste de esta línea serían para Castilla y las al Este
para Protugal. Como consecuencia Portugal se estableció en Brasil.
Entre 1519 y 1522 Magallanes inició la primera vuelta al mundo.








3 La conquista
Los dos principales hitos coloníales de Austrias fueron la conquista de Mexico y del perú.
El primero entre 1519 y 1521. y el segundo unos años despues. Sus protagonistas
fueron Hernàn Cortés y Francisco Pizarro. que superios azteca e inca, respectivamente.
En 1518 partió de Cuba una expedición dirigida por Hernàn Cortés, que desembarcó en territorio mexicano y fundó la ciudad de Veracruz.
En 1531 comenzó la conquista del imperio inca, que se extendía por Perú, Ecuador, Bolivia y parte de Chile. Dirigió la expedición Francisco Pizarro.
En la mismo época, se exploraron Florida, Texas y California en América del Norte. Más al sur, se conquistó Chile, se recorrió el Amazonas y fundó Buenos Aires.






4 La organización
En el gobierno central de Castilla se crearon dos órganos para la administración de las
colonias: El consejo de indias controlaba todos los asuntos américanos y La casa de
contratación dirigía desde sevilla el comercio con América.
En toda la América colonizada se impusieron la legua, la cultura y la religión de los
españoles. Las milenarias culturas indígenas murieron.